domingo, 26 de octubre de 2008

No Regrets



A pesar de no ver nada en esa ocuridad, la vió a la distancia... a mucha distancia. ¿Qué hacer?! ¿Irse para otro lado? ¿Huir?. NO, basta de correr se dijo.
Una vez más cruzamos saludos, muy informales y seguimos nuestros caminos... pero algo lo detuvo y lo puso a pensar. Ella casi desaparecía y él casi completamente detenido preguntándose: ¿para qué había hecho todo ese esfuerzo, llegar hasta ahí e irse con la cabeza gacha de vuelta a su casa tan sólo con un saludo?
Volvió sobre sus pasos y entabló contacto.
Él generalmente planea que decir y como que tiene una especie de discurso armado, pero esta vez no; y se dió cuenta que la improvisación en una situación desesperada y de nerviosismo como era esa no funcionaba para nada bien. Balbuseos y necedades salieron de su boca, a tal punto que ella no comprendía nada de lo que le hablaban. ¿Cómo contralarse, cómo volver en sí y poner en orden las ideas? No sé cómo pero lo hizo y trató de que no lo tomaran por loco. Se ofreció a acompañarla hasta su casa (que estaba a escasos 100 m.); pero aunque a principio con un tono de desconfianza lo rechazaron, luego accedió... que más daba, tan sólo eran unos pocos metros.
Dejando de lado lo incómodo del momento, tanto para ella y más para él, algo pudieron conversar, de manera "oficial" por decirlo de alguna manera, ya que era la primera vez que cruzaban más de 3 palabras. En esta sitiación, jodida si las hay, no poder extenderse demaciado, con el tiempo en su contra y sin nada interesante que intercambiar, lo único más favorable fue que se presentaron uno al otro y ahora ya no son más extraños.

La pregunta que surge ahora es: ¿cómo sigue esto? ¿cambiarán de ser conocidos a ser amigos? ¿Lo inverosímil la situación, sobre todo para ella, hará que evite verlo cada vez que pueda?.

Las posibilidades son limitadas, ya que el contacto entre ambos es mínimo. Ahora hay que tratar de que pase lo mismo, pero sea realmente de pura casualidad...

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